De un paraje de Zapala caminan 20 kilómetros para asistir a la escuela

Son niños y adolescentes de unas 40 familias que viven en El Salitral, a quienes hace dos años les cortaron el servicio del transporte escolar.

por ARIEL LEONHARDT caleonhardt@rionegro.com.ar 

Salitral 1

La vuelta de la escuela al paraje, porque la ida, en estos días de otoño, la realizan de noche ya que con la excusa del transporte unificaron a los chicos en turno mañana. (Foto Marcelo mercado)

Carolina arranca temprano su día. El reloj no marca aún las 6 cuando comienza a preparar el desayuno para los hijos. Minutos más tarde empieza el peregrinaje de su casa a la escuela. Es noche cerrada y el frío duele hasta los huesos. Serán diez kilómetros de caminata para llegar a tiempo pero al menos hoy no llueve.

La escena se repite cada mañana en todos los hogares del paraje El Salitral, un apéndice de esta ciudad que se recuesta sobre la postal de fondo de una cordillera nevada. Para acceder al lugar hay que tomar la ruta 40 e internarse campo adentro a la altura de la “Casita Amarilla”.

Son unas cuarenta familias trabajadoras que eligieron vivir lejos del centro. No tienen gas ni agua pero todos poseen una huerta de la cual se abastecen.

Desde hace dos años su rutina cambió drásticamente. Es que el transporte del Consejo Provincial de Educación que llevaba los chicos a la escuela dejó de venir. “Nos dijeron que se había roto, que esperemos a que lo reparen pero nunca más volvió”, cuenta Julia Sandoval, una de las vecinas. A partir de ese día cada familia asume como puede la responsabilidad de llevar sus niños al colegio. La mayoría lo hace caminando, otros en moto y alguno a caballo. Son muy pocos los que tienen auto.

salitral 2Criseldo Jara, con “Río Negro”. “Nunca conseguimos respuestas”. (Foto Marcelo mercado)

Las distancias varían de acuerdo al establecimiento. Algunos deben recorrer diez kilómetros mientras que otros, con más suerte, caminan ocho. La peor parte se la llevan los que van a la secundaria en doble turno. “Cada vez que se va me quedo angustiada hasta que vuelve. No dan los tiempos para volver a casa y después regresar a la escuela”, comentó la madre de una chica.

“Venimos reclamando desde ese momento al Distrito Educativo pero nunca conseguimos que nos trajeran una respuesta. Son todas promesas y mientras tanto nuestros hijos tienen que sufrir el frío, el viento y la lluvia”, resumió Criseldo Jara, uno de los pobladores más antiguos.

El mes de mayo fue atípico en Zapala por la gran cantidad de lluvia que superó las previsiones anuales. La veintena de chicos de este sector, con edades que van desde el nivel inicial hasta la secundaria, sufrieron las consecuencias. “Perdieron unos 20 días de clases, todos están muy angustiados porque tienen miedo de repetir”, explicó Carolina Lezana, una de las mamás.

Desesperados los padres resolvieron presentar un recurso ante la Defensoría del Pueblo y del Menor y el Adolescente. “Luego de eso nos llamó la directora del Distrito para una reunión, quería que vayamos la semana que viene pero nosotros nos presentamos inmediatamente. Al final nos dijo que después de las vacaciones de invierno, tal vez, consiga un vehículo”, contaron los vecinos indignados.

La cotidiana realidad que vive El Salitral

Residen unas cuarenta familias y otras tantas tienen casa pero no están radicadas.

Cuentan con luz pero carecen de agua y gas. Cada familia tiene su perforación.

Las casas están lejos unas de otras.

Sus habitantes trabajan, van a la escuela y realizan todas sus actividades en Zapala.

Peregrinaje diario

10 km Es la distancia desde El Salitral al centro de la ciudad de Zapala, ubicada hacia el oeste.

Sin salita sanitaria

La lista de carencias es larga en El Salitral. Una de las principales es la falta de una salita sanitaria.

“Los médicos no quieren venir porque no hay un espacio adecuado. Tienen razón pero no es nuestra culpa”, contaron los vecinos.

Hace poco, de madrugada, un chico se descompuso y la madre tuvo que salir caminando a buscar ayuda. “Por suerte pasaba un vecino en un auto y me acercó”, indicó.

El taxi se convirtió en un lujo que nadie puede pagar ya que un viaje desde la terminal hasta el corazón del barrio puede costar unos 180 pesos aproximadamente.

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