El oficialismo recalcula la estrategia de unidad para evitar que la interna complique la candidatura de Massa

Alberto Fernández junto a la fórmula presidencial de Unión por la Patria (Presidencia)

por Joaquín Múgica Díaz

“Alberto cree que tenemos chances de ganar y va a trabajar en la campaña apoyando a Sergio. Estamos todos unidos. Vemos un escenario de balotaje con Juntos por el Cambio. Todos vamos a estar con Massa”. La expresión sale de un funcionario nacional de diálogo fluido con el Jefe de Estado, que sobrevivió a la tormenta interna y que hoy trata de abrazarse al bote de la unidad para llegar a puerto sin que lo quieren hundir sus propios compañeros.

Para La Cámpora el Presidente estaba “sumergido en el olvido” y “sin poder para tomar decisiones”. Sin embargo, el cierre de listas cambió, aunque no en forma brusca, su rol dentro del circuito de poder del Gobierno. No es un Jefe de Estado poderoso, pero tampoco está bajo la tierra. Logró que dos de sus funcionarios más leales – Victoria Tolosa Paz y Santiago Cafiero – quedaran entre los cinco primeros candidatos en la lista de diputados nacionales por Buenos Aires.

“No le vamos a dar nada a Alberto. Se van a ir todos a sus casas. El albertismo va a terminar jubilado”, había prometido un funcionario nacional de La Cámpora, de fuerte influencia en el armado ultra K. La promesa de venganza no se concretó y ahora, con Sergio Massa en el vértice de las candidaturas peronistas, el kirchnerismo y el albertismo tratan de armar el rompecabezas para mostrar que la unidad aún es posible.

La política electoral se alimenta a señales, fotos, gestos y declaraciones. Después del cierre de listas, que dejó heridos y desató un nuevo capítulo de la interna, el peronismo se lame las heridas e intenta alinearse, sin dañarse, en un proceso que debe avanzar con cierta rapidez para mostrar una imagen compacta frente al guerra interna que vive Juntos por el Cambio.

A primera vista, la situación de crisis parece haberse invertido. En Unión por la Patria las profundas diferencias se intentan disimular con abrazos y besos, mientras en la alianza opositora se explicitan de forma descarnada. El cierre de listas y el comienzo de una nueva etapa del proceso electoral rompieron la dinámica existente en los micromundos que componen el oficialismo y la oposición.

El Presidente se subió al escenario electoral cuando La Cámpora lo daba afuera de todo en la negociaciónEl Presidente se subió al escenario electoral cuando La Cámpora lo daba afuera de todo en la negociación

Sin embargo, las rencillas internas siguen vivas en el subsuelo del poder. Y, lo más probable, es que continúen hasta que se termine el mandato de Fernández. Según relatan los dirigentes que frecuentan a ambos, la relación entre el Presidente y Cristina Kirchner es irrecuperable. No hay retorno. Y, a esta altura, excede las diferencias políticas y atraviesa el vínculo formal construido a lo largo de los últimos 20 años. No va más.

Sobre esa base Massa tiene que darle forma a su candidatura presidencial y lograr que el peronismo se alinee rápidamente sobre su proyecto electoral. Es una tarea compleja. Quedó claro durante el comienzo de la semana cuando Cristina Kirchner le explicó a la militancia los motivos por los que el ministro de Economía había terminado siendo el candidato único y apuntó – una vez más – contra Alberto Fernández.

La Vicepresidenta acusó a su compañero de fórmula de no entender el contexto político en el que el peronismo estaba discutiendo las candidaturas. Además, destrató a Victoria Tolosa Paz y aseguró que la insistencia por hacer unas PASO era solo para negociar dos cargos en la lista de diputados. Lejos de bajar la tensión, la aumentó. En la Casa Rosada entienden que fue una puesta en escena para explicarle a la militancia porqué “Wado” de Pedro, el candidato que duró 24 horas, no quedó impreso en la boleta.

Pero fue ella misma la que brindó un gesto de consenso cuando recibió en su despacho del Senado a Daniel Scioli. Fue un gesto de distensión después del maremoto que generaron sus palabras en el acto público del lunes. El jueves la foto la protagonizaron Massa y el embajador de Brasil. Enemigos íntimos que entienden con mucha claridad la necesidad de aplicar el pragmatismo en estas instancias.

En el Palacio de Hacienda destacan la unidad alcanzada pese a las tensiones que nadie puede negar. Ven que la interna sin piedad que se está desarrollando en la vereda de enfrente colabora en el posicionamiento de Massa, al que las primeras encuestas que salieron a la luz lo proyectan como el candidato más votado en las PASO, pero con el peronismo segundo como espacio político.

Sergio Massa y Daniel Scioli, un reencuentro que buscó plasmar la voluntad de construir la unidadSergio Massa y Daniel Scioli, un reencuentro que buscó plasmar la voluntad de construir la unidad

En el oficialismo esperan con ansias que Patricia Bullrich le gane a Rodríguez Larreta porque entienden que si la ex ministra de Seguridad es la que llega al balotaje, entonces Massa tendrá muchas más chances de llegar a la Casa Rosada.

¿El motivo? Creen que el ministro de Economía se quedará con gran parte de los votos del centro del electorado que le puede disputar el Jefe de Gobierno porteño. En cambio, si el candidato del PRO llega al balotaje, competirá por los votos del centro y, además, será la única opción para los votantes de Bullrich que queden en la elección general. Esa cuenta es la que hoy da vueltas por las oficinas peronistas.

Un importante gobernador del oficialismo agregó un argumento más. “Si hay un rival que no nos conviene enfrentar es Rodríguez Larreta. No solo le compite el voto de centro a Massa, sino que también tiene algo fundamental que Bullrich no tiene: la territorialidad que le da Morales”, aseguró. Los mandatarios, en especial los del norte grande, le dan una gran importancia al desarrollo de una fuerza política en la extensión del país. Saben que el PRO no la tiene, pero la UCR sí.

El mandatario apeló a una frase recurrente en la política para indicar la importancia de tener en la fórmula presidencial un dirigente que aporte estructura partidaria. “El radicalismo tiene un tipo en cada lugar. Eso es importante para que no te caguen la elección, para que no te lleven puesto, para que no te jodan con las actas y los telegramas”, dijo en forma coloquial. Es así y, expresado de ese modo, es aún más realista.

Los gobernadores de Unión por la Patria jugaron a fondo para lograr la candidatura de unidad y que Massa sea el nombre elegido. Algunos de ellos venían hablando con Cristina Kirchner desde hace tres meses y sabían que la Vicepresidenta estaba dispuesta a avalar una candidatura del ministro de Economía. Su voluntad era que forme una dupla con “Wado” de Pedro, pero tenía en claro que ese binomio no iba a pasar el filtro de Alberto Fernández.

En el peronismo creen que el rival más difícil para enfrentar en Rodríguez Larreta por su capacidad para robarle votos del centro el electorado a MassaEn el peronismo creen que el rival más difícil para enfrentar en Rodríguez Larreta por su capacidad para robarle votos del centro el electorado a Massa

En la conversación que el Presidente tuvo con los mandatarios Raúl Jalil (Catamarca) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero) les tiró un nombre por la cabeza mientras ellos le pedían que bajara la candidatura de Scioli y contribuyera a forjar una lista de unidad. “¿Y si va Katopodis como candidato único?”, les preguntó. Los gobernadores lo miraron extrañados. Nunca creyeron que fuera una propuesta seria. Fernández después matizó y les dijo que él solo estaba poniendo nombres sobre la mesa para evaluar.

La candidatura de unidad renovó la confianza en el oficialismo. En la cabeza de la dirigencia la oferta electoral peronista pasó de pelear por no caer al tercer puesto a estar casi seguro en uno de los dos lugares que tiene el balotaje. Ese cambio de proyección también modificó el ánimo y colaboró para que se empiece a activar un proceso de ordenamiento. Es mucho más fácil acomodar las piezas de un coalición rota si el candidato a presidente es competitivo.

Aún es una incógnita si Cristina Kirchner participará de la campaña electoral activamente o no. La militancia kirchnerista debe digerir que el candidato que peleará la elección no es el que preferían y para eso es importante que las principales espadas del kirchnerismo brinden gestos de apoyo a Massa. Es un camino espinoso que el candidato aún tiene que transitar.

“Unidad hasta que duela”, dijo el sanjuanino José Luis Gioja tres años atrás, cuando se estaba formando el Frente de Todos. La frase no perdió vigencia. Si el peronismo quiere ser competitivo, tendrá que mostrar que es capaz de volver a empezar, aunque resulte muy difícil disimular las profundas diferencias entre los principales nombres propios del espacio político.

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